Hoy
me desperté cantando “La mia storia tra le dita”, de Gianluca Grignani. Samuel,
Luján y el mimo me miraron con mala cara. No sólo porque los había despertado,
sino porque a esta altura piensan que hablo inglés, italiano, portugués… Se
niegan a creer que yo no controlo mi voz cuando despierto cantando y les da
bronca que me niegue a utilizar mi presunto plurilingüismo a favor de nuestro
proyecto turístico. Por momentos pienso que sin importar lo que haga, van a
malinterpretarlo.
Mi
primo Luján, de Luján, preparó el desayuno, el almuerzo y unos brownies que
llevamos a Plaza Francia cuando, a eso de las dos de la tarde, acompañamos al
mimo para promocionar “El Pasea Porros” entre los turistas que presenciaban su
número. Como mis tres convivientes no me hablan, la llamé a Vicky para
convencerla de que nos acompañara y pasamos a buscarla en la furgonetita.
Después
de estacionar a unos metros de la plaza, caminamos los cinco rumbo al sitio en
el cual se concentraba la mayor cantidad de turistas. Luján, el mimo y Samuel correteaban
delante de Vicky y de mí, que los seguíamos a unos cuantos pasos de distancia,
hablando acerca de cómo lo veíamos a Luján y planteando estrategias para que se
recuperara definitivamente de sus días de cautiverio en el conventillo. De los
tres, él era el que más nos preocupaba, porque además de ser el de mayor
potencial, era por lejos el más sensible.
El mimo
comenzó con su rutina y el resto nos distribuimos entre los turistas. Yo no había
almorzado bien, porque las miradas de desprecio de mis compañeros me habían
incomodado. Por eso me ilusioné cuando Luján le entregó un recipiente con
brownies a Samuel y dos recipientes a Vicky. Vicky se acercó hasta donde yo
estaba y me entregó uno. Desesperado, le quité la tapa, tomé una porción y ya
me disponía a morderlo cuando Vicky me detuvo.
—¿Qué hacés?
—me dijo y detuvo mi mano con uno de sus guantes de cocina—. Son para los
turistas. Los diseñó Luján inspirándose en las galletas chinas. ¿No son
amorosos? Tienen marihuana y un papel en el centro, en el que se detallan el
mail y los números para contactarnos.
¡Menos mal
que no llegué a probar el brownie! El adjetivo “amoroso” me recordó que esta
noche visitaremos el Lugar Especial y debo asegurarme de no consumir nada para
mantenerme lúcido y descubrir qué es lo que sucede detrás de la puerta al
confín del pasillo.
Una tensa transición, sin duda.
ResponderEliminarEfectivamente, Fernando, una transa tensición.
EliminarSaludos!
Bueno, bueno ya hasta en la cocina estáis experimentando. Eso es tener visión de empresarios. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lumy. El mérito es de Luján.
EliminarSaludos!