miércoles, 24 de abril de 2013

Día 114 - La gota china

Hoy me desperté cantando “Disco samba”, de Two man sound. Es esa que empieza diciendo “pe pe pe pe pe pe”. Samuel lo tomó como una doble provocación y lo entiendo, porque, por un lado, una canción de fiesta no era muy compatible con la tristeza que, desde la pérdida de Luján, colma nuestro monoambiente; por otro lado, la repetición incansable de la letra “p” parecía destinada a recordarle las limitaciones inherentes a su Problema Pelotudo. En lugar de cantar conmigo, se puso de pie, caminó hasta el baño y golpeó la puerta. El mimo, que por respeto a Luján no había querido ocupar su colchón y había dormido, como cada noche, dentro de la bañera, salió del baño para que Samuel pudiera entrar. Aunque la pintura que cubría su cara solía disimular su verdadero sentir, noté que él tampoco miraba con buenos ojos el que yo estuviera cantando y haciendo un pasito brasilero sobre el colchón de Luján. ¿Cómo hacía para explicarles que tengo un dj metido en la cabeza?, ¿que desde que despierto hasta que concluye la canción del despertar, no controlo ni los movimientos de mi cuerpo ni mis cuerdas vocales ni mi voz? Dijera lo que dijera, no me creerían.
Anoche no cenamos, esta mañana no desayunamos, este mediodía no almorzamos… Ninguno de nosotros se atreve a poner un pie cerca de la cocina, porque aquel era el rincón de Luján. Nuestro dolor terminará convirtiendo ese rincón en un santuario.
Más allá del dolor, hay un sentimiento que me perturba en todo momento: el miedo. Repaso mentalmente los sucesos de ayer, una y otra y otra vez, y aunque estoy convencido de que Bicicleta no pudo haber visto mi rostro, porque no me quité el pasamontañas, y de que tampoco pudo haber oído mi voz, temo que me haya reconocido por mi culo de Jessica Cirio. Espero que la celulitis que me salió luego de haber sido expulsado del conventillo lo haya disuadido de pensar que era yo el comandante de la expedición que irrumpió en su vivienda y se llevó la escaladora. Lo que pueda decirles Luján no me preocupa. Sé que aunque lo torturen, aunque metan su cabeza en un balde, aunque lo sometan a la gota china, no nos va a delatar.
A eso de las cuatro de la tarde, Vicky vino al monoambiente para entrenar un rato y luego asistir, junto a Samuel y yo, a una nueva sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos.
—¿Y esa caja? —me preguntó, en referencia a la caja en cuyo interior se encontraban las partes de la escaladora.
—Nada —le dije—. Una caja que trajimos para poner la basura después de limpiar un poco.
—¿Y Luján? —me preguntó.
Samuel, el mimo y yo nos miramos sin saber qué responderle.
—Lo llamaron sus amigos de la murga itinerante “Los Piantavotos de Ituizangó”, porque les había salido un viaje a no sé dónde —le dije, tratando de reprimir cualquier gesto que pusiera en evidencia la mentira.
¿Cómo estará Luján? ¿Lo estarán torturando? ¿Tendríamos que ir a rescatarlo? No lo sé. Es mucha la responsabilidad que pesa sobre mis hombros y no quiero cargar en mi conciencia con la baja del mimo o de Samuel. ¿Debería ir solo, entonces, a rescatarlo? Quizá lo mejor sea secuestrar a uno de los inquilinos del conventillo y negociar con Bicicleta un intercambio de prisioneros. No sé. Estoy muy confundido. No sé qué voy a hacer.

8 comentarios:

  1. Bueno ya seguiré leyendo otro día. Ya me he puesto al día. Quizás el secuestro e intercambio pueda ser una aventura interesante, pero ¿y si no sale bien?

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    1. Es lo que yo me pregunto, Lumy. ¿Qué pasa si las cosas no salen bien y lo único que consigo es agravar aún más la situación? Tendré que pensar mucho antes de tomar una decisión. Muchas gracias por participar. Serás de gran ayuda para que consiga desactivar la crisis de los 30.
      Saludos!

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  2. Don Natalio, la cosa se complica con el primo Luján, que parece tiene la costumbre de desaparecer y hacer retornos triunfales.
    Afortunadamente hoy no se escuchó para nada el adjetivo "amoroso"

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    1. Muchas gracias, Fernando. Siempre buscás el lado positivo de las cosas. Sos amoroso.
      Saludos!

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    2. Don Natalio tengo que decirle que un comandante jamás abandona a un hombre en el campo de batalla, así que póngase los camuflados haga inteligencia en el conventillo para localizar a Luján, busque a los de la murga si es necesario más gente, incluso yo le ofrezco mi ayuda, y hasta la victoria siempre! POR LUJÁN

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    3. Hasta la VIcky siempre!
      Saludos!

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  3. Yo también sufrí la crisis de los 30 pero cuando se cumplen 50 ya no hay crisis "cumpleañeras". Al menos en mi caso.¡Animo!

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    1. Muchas gracias, Con autocaravana. Entonce, espero con ansias los 50.
      Saludos!

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