miércoles, 10 de abril de 2013

Día 100 - Una sociedad impensada


Hoy me desperté en el departamento que me prestó Vicky cantando “Mi caramelo”, de Bersuit Vergarabat. Cuando terminé, me puse las calzas rojas y la remera amarilla que solía usar en mi trabajo antes de que me despidieran de la estación de GNC y, movido por la letra de la canción, me acerqué al espejo para contemplar mi culo femenino y perfecto. Llamaron mi atención unos pocitos en la superficie de las calzas. Imaginé que habrían sido atacadas por alguna polilla, pero al observar la imagen con mayor detenimiento me di cuenta de que, en realidad, las calzas estaban reflejando la forma de mis nalgas. ¡Me quiero morir! ¡Tengo celulitis! Probablemente haya influido el hecho de haber pasado los últimos días como un sedentario, tirado en la parte trasera de mi furgonetita, pero tres o cuatro días de estar echado no justifican la repentina aparición de esta piel de naranja. Las zapatillas de Jessica Cirio son una estafa. En menos de dos meses el culo se me echó a perder. Lo peor de todo es que no tengo manera de reclamar, porque las compré de segunda mano. ¡Me cago en el encargado del edificio del que me desalojaron y en sus poderes oraculares y en las bolas de fraile!

Estaba tan concentrado en mirar la zona afectada desde distintos ángulos que no oí el ruido de la llave en la cerradura. A través del espejo vi que la puerta se abría y que, sin darme tiempo a disimular o cambiar de posición, Samuel ingresaba al departamento. La expresión de su rostro me llevó a pensar que estaba conteniendo el deseo irrefrenable de decir “¡Epa!”. Su aversión a la letra “p” me salvó de sumar una onomatopeya a una situación que ya me parecía sumamente humillante.
—Samuel, ¿qué hacés acá? —le pregunté.
—Nada —me contestó—. Vicky me dijo que viniera, que íbamos a hablar los tres acerca de no sé qué. Dijo algo sobre llevar fasos. Yo no tengo. No traje.
¿Qué se proponía Vicky haciendo que Samuel viniera y pidiéndole que trajera fasos? ¿Querría drogarnos y hacer un trío? Jamás me prestaría para semejante cosa. Para tríos ya tuve suficiente con mi ex acompañante terapéutica.
—¿Cómo entraste? —le pregunté— ¿Vos tenés llave del departamento de Vicky?
—Sí —contestó él— hace un montón de días.
Después de oír su respuesta, ya no tenía dudas de que algo pasaba o algo había pasado entre Vicky y Samuel.
—¿Te molesta si voy al baño? —me consultó Samuel.
—No, ¿cómo me va a molestar? Sentite como en tu casa —le dije en tono irónico.
En ese momento una nueva llave hizo que la puerta volviera a ceder. Era Vicky. Me aproximé a ella y, antes de saludarla, hablando entre susurros para que Samuel no oyera, le pregunté:
—Oíme una cosa: ¿vos le dijiste a Samuel que viniera para que habláramos los tres y que trajera faso?
—¡Jaja! ¡No! ¡Qué ocurrencia! —me dijo y cayó en un ataque de risa que la llevó a tomarse la panza con sus manos enguantadas—. Le dije que viniera para que habláramos del Pasea Porros.
—¡Ah! ¿Y qué es lo que tenemos que hablar del Pasea Porros? Ese proyecto ya es parte del pasado.
—De ninguna manera —me dijo y me extendió su mano derecha—. Soy Vicky Casalnuovo, tu nueva socia.
Así están las cosas. Tras una reunión que se extendió por más de dos horas, decidimos que reflotaríamos el proyecto turístico El Pasea Porros. Yo seré el chofer; Vicky la administrativa; Samuel, que además de locutor matriculado es historiador especializado en la ciudad porteña, hará las veces de guía turístico. Para convertirnos en socios igualitarios, me pagarán cada uno un tercio del valor de la furgonetita Volkswagen. Eso aliviará un poco mi economía. Ahora solamente tenemos que ocuparnos de conseguir turistas.
Si yo no tuviera celulitis, si Samuel no tuviera un juego de llaves del departamento de Vicky, si Vicky y Samuel no tuvieran un pasado común, podría afirmar que soy feliz con mi vida.

2 comentarios:

  1. Un locutor profesional porteño y pasea porros que no pronuncia la "p" deberá tener un temple de acero y un gran ingenio para guiar a los turistas.
    ¡Espero ver eso pronto!

    (N. del A.: supongo que a los turistas faseados mucho no les va a importar si Samuel se llama de otra manera y si dice Avenida del regimiento que fundó Saavedra en lugar de Avenida de los Patricios)

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    1. Es cierto lo que decís, Fernando. Lo bueno es que ni "Obelisco" ni "San Telmo" ni "Casa Rosada" ni "Congreso" contienen "p" alguna.
      Saludos!

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