sábado, 30 de marzo de 2013

Día 89 - La primera caída


Hoy me desperté cantando “Qué ganas de no verte nunca más”, de Valeria Lynch. Cómo grita esa mujer. Por culpa suya quedé disfónico. En menos de dos horas comienza la pelea de Vicky contra “La Mole Moni” y no sé cómo me las voy a arreglar para gritarle indicaciones desde el rincón cuando me cuesta hablar. Lo que más me preocupa es que tampoco ella llegará a la pelea en las mejores condiciones.
Esta mañana la invité a que pasáramos la tarde en Plaza Francia para hacer un último repaso de la estrategia de pelea. Yo aprovecharía para ver si volvía a toparme con el mimo del que sospechaba que era mi padre.

A eso de las dos de la tarde llegamos a la plaza. Ella se sentó en el pasto y yo comencé a lanzar combinaciones de golpes al aire, explicándole, mientras tanto, cuáles eran las señales que debería tener en cuenta para lanzar cada serie. Tras varios minutos comencé a sentir que la multitud de grupos de jóvenes sentados a mi espalda estaba riendo. Giré y ahí estaba mi presunto padre, dando saltitos veloces e imitando, en tono de burla, mis movimientos pugilísticos. Le pedí que se detuviera y que nos sentáramos a hablar, pero cuando me senté en el pasto, asumió las maneras de un árbitro de boxeo y, con los dedos de sus manos, inició el conteo. Con esfuerzo, volví a ponerme de pie cuando iba por el ocho y, con mi voz deteriorada, le pregunté si era mi padre. Pero, en lugar de responder, me tomó por las muñecas y constató que estuviera en condiciones de seguir peleando. Luego giró en dirección a la multitud y les dio a entender que yo no podía continuar peleando. Lo tomé del hombro, lo giré hacía mí y le pregunté:
—¿Sos mi viejo o no?
Al igual que la semana pasada, se largó a correr a toda velocidad. Las dos jornadas consecutivas en la estación de GNC habían agotado mis energías y no me sentía en condiciones de seguirlo. Le hubiera gritado que se fuera a la mierda, así fuera o no fuera mi padre, pero ya no podía forzar la voz. Opté por la indiferencia y ya me disponía a sentarme junto a Vicky cuando la vi pasar como un rayo por delante de mí. De repente, mientras el mimo huía despavorido, Vicky corría detrás de él para darle alcance y yo corría detrás de ella con la intención de recordarle que debía reservar el físico para la pelea de la noche. Si bien no había tardado demasiado en ponérsele a la par, los guantes de cocina le impedían agarrarlo, por lo que, tras perseguirlo a lo largo de doscientos metros, le juntó las piernas de una patada y ambos cayeron al piso. La multitud, que pensaba que éramos un trío humorístico y que todo lo acontecido formaba parte de nuestro espectáculo, celebraba la caída entre risas y aplausos. Desesperado, corrí hasta donde estaban, asistí a Vicky, la ayudé a pararse y, tras corroborar que no había sufrido ninguna herida grave, tomé al mimo de las ropas y lo levanté de un tirón.
—¡Decime una cosa, pedazo de infeliz! —le dije— ¿Sos o no sos Nicandro Eusebio Gris?
—No —me respondió, algo apenado por haber roto el silencio pero consciente que responder mediante señas le habría valido una golpiza—. Pero lo conocí. Muchos años atrás pertenecíamos al mismo grupo de mimos.
Le agradecí la respuesta y le comuniqué que no tenía tiempo para oír su historia, pero que estaba interesado. Mañana pasará por la estación de GNC y podremos conversar tranquilos. Seguramente, aportará pistas que me serán de gran ayuda en la búsqueda de mi padre.
Tras despedirlo, acompañé a Vicky a una guardia. No tiene nada grave, pero en la caída se lastimó un poco el codo y perdió algo de movilidad en su brazo derecho. Traté de convencerla de que lo mejor sería suspender la pelea, o al menos posponerla, pero no hubo caso. Faltan pocos minutos para la campanada que anunciará el comienzo del primer round y yo trato de mostrarme tranquilo para transmitirle calma, pero estoy muy nervioso y cada vez que ella me da la espalda o mira en otra dirección, yo me como las uñas.

6 comentarios:

  1. Las cosas pasan todas juntas o no pasa nada. Es terrible.

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    1. Es la historia de mi vida, Fernando. Veintinueve años sin que pasara nada y noventa días de locura.
      Saludos!

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  2. Don Natalio, jamas me intereso el box, pero ultimamente tengo motivos para hacerlo, supongo que la ansiedad por la pelea de Vicky contra la Mole Moni es uno de ellos, y lo que nunca, me prendi al box profesional en TyC sports! hubo un par de knok outs tremendos! yo imaginaba a la pobre Vicky en la lona! ojala no sea asi ....

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    1. Muchas gracias, Simbad, por el comentario. Podés pasar cuando gustes por mi gimnasio.
      Saludos!

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  3. Don Natalio, me lo imagino cómo Don Kong triunfante al lado de su pupila, le tengo fe a Vicki, es una mujer con garra y determinación y con su ayuda le auguro un futuro promisorio, mis respetos.

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    1. Muchas gracias, Anó. No tengo el placer de conocer a ese tal Don Kong, pero sin dudas es un gran tipo.
      Saludos!

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