martes, 5 de marzo de 2013

Día 64 - Del cajero al conventillo


Hoy me desperté cantando “Vagabundear”, de Joan Manuel Serrat. La de anoche fue una noche muy larga. Pasé varias horas recorriendo las calles de mi barrio en busca de un rinconcito en el cual pudiera tirar el colchón y dormir un rato, pero cada vez que conseguía acomodarme, apenas cerraba los ojos, algún policía, un vecino o un perro reclamaban el lugar como propio y me invitaban a retirarme. Estuve deambulando con mi mochila, mi escaladora y mi colchón a cuestas hasta después de la medianoche. Cuando la realidad comenzaba a desahuciarme, recordé que, además de un puñado de billetes, tenía en mi billetera la tarjeta del banco. Si bien no quedaba dinero en mi cuenta, podría usarla para ingresar a un cajero. Al parecer, ni la idea ni mi situación eran muy originales, porque los primeros tres cajeros que visité ya habían sido tomados como dormitorio por otros que, como yo, habrían perdido su techo.

Tras caminar unas cuadras más, encontré un cajero libre. No ostentaba tanto lujo como los anteriores. Era un monoambiente austero, sin baño ni cocina, con el espacio justo para que guardara mis cosas y me echara a dormir. Por fortuna, anoche no llovió, porque al recostarme boca arriba sobre el colchón noté que el techo exhibía grietas a través de las cuales el agua se habría filtrado.
Desperté con el día, unos minutos después del amanecer. Debo admitir que dormí mejor de lo que esperaba. El desgaste físico y mental al que había sido sometido en las últimas horas debe haber ayudado. Abrí los ojos y no pude dar crédito a lo que veían: como si le hubieran crecido pequeñas piernas humanas, la caja de mi escaladora se alejaba de mí caminando por la vereda a gran velocidad. La ocurrencia me arrancó una sonrisa y giré el cuerpo para seguir durmiendo, convencido de que la imagen era parte de un sueño. Pero, si todo era parte de un sueño, por qué mis labios se movían cantando la canción de Joan Manuel Serrat. ¡No! Ya había despertado y dos nenes de no más de diez años me estaban afanando la escaladora. Me reincorporé de un salto, me colgué la mochila, agarré el colchón y comencé a seguirlos.
En la esquina me topé con un policía y traté de pedirle ayuda. Fue inútil. A pesar de mi empeño por explicarle lo que estaba ocurriendo, de mi boca sólo salían los versos del tema de Serrat. Es la maldición con la que convivo. Hasta que no termina la canción que despierto cantando, no puedo ocupar mi voz en ningún otro asunto. El oficial me miró como se suele mirar a los locos, y lo entiendo. Frente a él, un hombre recién levantado, despeinado, con la ropa arrugada, una mochila gigante en la espalda y un colchón roñoso en una de sus manos, cantaba una canción en tono desesperado. Supe que no iba a ayudarme y seguí corriendo. Cuando estaba a punto de darles alcance a los pequeños ladrones, se metieron en una casa de tres plantas que parecía haber sido abandonada muchos años atrás. Dispuesto a recuperar lo que me pertenecía —aunque, a decir verdad, recién llevo pagada la primera de doce cuotas— entré detrás de ellos.
Aquella casa no estaba abandonada, sino que funcionaba como un conventillo. Adentro, unas sesenta personas tomaban mate, charlaban, colgaban ropa, alimentaban a sus hijos, veían televisión, dormían o, simplemente, miraban el vacío. Asombrado, me detuve en la entrada. Un hombre se acercó y me preguntó si me podía ayudar en algo. Le conté lo que había sucedido y, tras escucharme con atención, me pidió que lo acompañara hasta el último piso. Tuve miedo de que hubieran planeado una emboscada para robarme el resto de mis cosas, pero subí de todos modos.
¡Buenas noticias! El hombre, que se presentó como Héctor “Bicicleta” Perales y es el encargado del conventillo, me ofreció una habitación para mí solo y a mitad de precio con la única condición de que armara la escaladora y la compartiera con todos los inquilinos.
—Hace mucho tiempo que queremos tener un gimnasio —me dijo.
Sí, parece un buen lugar para vivir, al menos hasta que consiga un trabajo estable, la pegue con alguno de mis proyectos o resuelva las diferencias legales con la dueña de mi departamento.

15 comentarios:

  1. Admirable Natalio, sos un hombre inteligente y open mind!

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    1. Muchas gracias, Anó Nimo, pero temo que me confundiste con otra persona.
      Saludos!

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  2. awwww OMG!!!! si que tienes un ángel natalio de verdad me alegro mucho que estés en un lugar seguro. estoy contenta por ti amigo, ya poco a poco veras que consigues un buen trabajo. cariños

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    1. Muchas gracias, Naty, por los buenos deseos. Me alegra mucho que te alegres mucho por mí.
      Saludos!

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  3. la verdad que me cautiva mucho el talento de las personas, en especial lo que me atrapa que hace inevitable no leerte es tu forma de narra cada capitulo , eres muy ocurrente aun estés pasando por alguna situación no tan ideal, pues yo si creo que eres un genio siempre a la final buscas una solución. saludos

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    1. Muchas gracias, Naty. Me siento halagado. Presiento que tu apoyo será fundamental para desactivar la crisis de los 30.
      Saludos!

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  4. Coincido con Naty la forma de narrar cada situación es la que cautiva, me gusta mucho como lo cuentas y perdón que me ría del mal ajeno, pero es que me pareció muy gracioso que esos niños se hayan llevado tu escaladora, pero cuenta porque una escaladora??? sigo enganchada con tus historias, éxitos y suerte en tu nuevo hogar aunque sea momentáneamente.

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    1. Muchas gracias, Catherine. Para mí es un placer el que mis desventuras te diviertan. Además, si no fuera por esos niños, no habría dado con el conventillo. La escaladora la compré el 12 de enero porque no me admitían en ningún gimnasio y necesitaba adelgazar cierta zona de mi cuerpo. Pego el link del relato de ese día por si te resulta de interés:
      http://365diasparalos30.blogspot.com.ar/2013/01/dia-12-la-escaladora.html
      Muchas gracias por los buenos deseos.
      Saludos!

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  5. Claro que si, cuenta con mi apoyo Amigo. te entiendo mucho porque estoy pasando por la misma crisis de los 30 jaja. nos leemos :)

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  6. Bien, noto que a pesar de todo, has tenido la presencia de ánimo para agregar links a los textos. Eso quiere decir que todavía no está todo perdido. La Esperanza parece que sí, por lo que hemos discutido hace unos días, pero bueno, eso fue hace bastante y la pasado pisado. Dicen. Seguramente dicen los que andan a pie, porque los que vuelan no pueden pisar lo que pasó. Creo.

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    1. ¿La presencia de ánimas? No me asustes, Fernando, que esta casa es antigua y enorme.
      Saludos!

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  7. Que rquete bueno tu relato natalito !!!

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  8. digno de admiración me pareces, como a pesar de los problemas les haces cara.Un placer leer tus aventuras y desventuras, espero que de las primeras siempre se den mas.Bss

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    1. Muchas gracias, Isaboa, por los buenos deseos. Para mí es un placer ser leído por vos.
      Saludos!

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