sábado, 2 de marzo de 2013

Día 61 - Se fue con su padre


Hoy me desperté cantando “La soledad”, de Laura Pausini. Me duele comunicar que Marco no es el único que se ha marchado. Anoche fuimos con Vicky, la loca de los guantes de cocina, al Teatro San Martín a ver la obra para la cual el moderador del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos nos había regalado las entradas. Recién cuando vi el afiche en el frente del teatro supe el nombre de la obra que habíamos ido a ver: “Se fue con su padre”. El título me remitió, de inmediato, a los tiempos en los que mi padre aún vivía con mi familia y me llevó a preguntarme qué habría sido de mi vida si, en lugar de quedarme con mi madre, lo hubiera acompañado en el “viaje de negocios” del que nunca regresó. ¿Dónde estaría si me hubiera fugado junto a él? Seguramente, no en donde estoy ahora; probablemente, no en esta ciudad.

Entramos a la sala y nos sentamos en la segunda fila. La sala estaba llena; la función no había comenzado. Sobre el escenario había una pequeña jaula, y desde el interior de la jaula, una cotorra hablaba en su propia lengua tratando de llamar la atención de la actriz del afiche, quien a su vez comenzó a hablarnos a nosotros, los integrantes del público, en un tono de voz muy particular. “Eso” decía a cada rato, “eso”, “eso”, con la misma inocencia con la que lo diría “El Chavo del Ocho”, pero dejándonos entrever un trasfondo mil veces más oscuro y traumatizante.
Desde chico siempre tuve problemas de atención. Ya en la escuela primaria las maestras solían reprenderme porque, según decían, me valía de cualquier excusa para distraerme. Imaginen lo que sucedió durante la función habiendo una cotorra sobre el escenario. En lugar de seguir el hilo de la historia, me distraje pensando en si la cotorra estaría amaestrada o simplemente hablaba cuando le venía en gana y los actores debían adaptarse. Me pregunté, también, dónde la guardarían entre función y función; si tenían una o tenían varias; si realmente hablaba ella o se trataba de una grabación; qué comía; si era macho o hembra; si la habrían comprado o la habrían capturado en alguna plaza, y una lista interminable de etcéteras que no viene al caso detallar. Cuando, finalmente, había satisfecho las ansias de mi curiosidad y había decidido concentrarme en la obra para poder impresionar a Vicky mediante comentarios perspicaces, el público se prodigó en un aplauso cerrado. La obra había terminado y, de pie junto a mí, Vicky aplaudía enfáticamente. Estaba conmovida. Eso o el polvillo que se desprendía de sus guantes le había producido una reacción alérgica.
Mientras salíamos del teatro no hacía más que expresarme su admiración hacia las actrices y su identificación con la protagonista. Yo asentía porque, a decir verdad, no sabía de qué me estaba hablando. Llegamos a la vereda y un hombre que sujetaba con ambas manos un fastuoso ramo de flores se detuvo delante de nosotros. En un principio supuse que las flores serían para alguna de las actrices, pero, contrario a lo que yo pensaba, el hombre le entregó el ramo a Vicky y la besó en la frente. Ella lo abrazó con ganas. Después se acercó a mí, me regaló una mirada repleta de gratitud, me besó en la mejilla y se fue… Se fue con su padre.
De repente comprendí todo. Lo sucedido no se debía a una casualidad. El moderador del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos había ideado un plan perfecto y lo había ejecutado con astucia: nos había regalado entradas para una obra que, sin lugar a dudas, iba a sensibilizar a Vicky, y había hablado con su padre para convencerlo de que la esperara en la puerta del teatro. Sí, definitivamente, ese Grupo de Ayuda es la fachada de una secta y ese turro no quiere que Vicky esté conmigo porque sabe que la hago sentir bien y que corre el riesgo de perderla.
Ahora estoy solo en mi departamento, un nido dos veces vacío, pero no voy a bajar los brazos. No, Natalio. Subestimaste a tu adversario, es verdad, pero ya no. Llegó la hora de enfrentarlo con las mismas armas. Pensá tranquilo, Natalio, que todavía hay tiempo y tarde o temprano algo se te va a ocurrir.

2 comentarios: