Hoy me desperté cantando “Pío pío pa”, de Oscar “Ringo” Bonavena. Como cada mañana desde que está colgado ahí, permanecí un par de horas mirando fijamente el afiche de Daniel Amoroso. ¡Ay, qué amoroso que es! Samuel está más afectado que yo. Ayer Luján lo acompañó al dentista, quien, tras revisarlo, le dio un turno para que volviera hoy así comenzaban con el tratamiento para reponer la pieza perdida. Después de insistir durante varios minutos sin obtener resultados, el mimo y Luján lo forzaron a abandonar la cama. Samuel se resistía a la idea de salir a la calle; pretendía pasar el día entero echado ahí, mirando al Amoroso. Para sacarlo del monoambiente no les quedó más remedio que prometerle que de regreso pasarían por la esquina de la Av. Corrientes en la que habían colocado un afiche gigantesco. Antes de que se fueran, les sugerí que lo hicieran en la furgonetita así evitaban el contacto con los Pelotudos que, desahuciados, poblaban las calles de la ciudad.
Me quedé solo en el departamento y en seguida todos mis pensamientos se centraron en Vicky. ¿Cómo se sentiría? ¿Qué estaría haciendo? Esta noche correspondería que tuviéramos una nueva sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. ¿Iría ella? ¿Habría asistido al Lugar Especial el día del gran golpe? Lo dudo, porque estaba muy débil. Además, la habría identificado muy fácilmente, porque habría sido la única encapuchada que usara guantes de cocina. Desbordado por la necesidad de oír su voz, la llamé por teléfono. Imaginé que atendería su padre, por lo que comencé a prepararme para impostar la voz y no decir palabras que contuvieran la letra “p”. Por precaución, iba a hacerme pasar por Samuel. Sin embargo, la que me atendió era una voz femenina.
—Hola, ¿quién habla? —me preguntó.
—Yo. Samuel… eh… Natalio —le respondí.
—¿Samuel o Natalio?
—¡Natalio! ¡Natalio! —le dije.
—¿Seguro? ¿No serás vos, Samuel, haciéndote pasar por Natalio?
—¡No, no! ¡Soy yo! Mirá: pato, papagayo, pandereta, campo, amapola, puré de papas, pollo con papas, pollo con puré de papas, pancho con papas pai, paladar de alpargata, perro con pico de pollo y patas de palo…
—¡Está bien! ¡Está bien! Te creo.
Hablamos un buen rato. Me dijo que estaba mejor, que había recuperado fuerzas pero que, por precaución, no había ido al Lugar Especial.
—Entonces ¿no sabés lo que pasó? —le pregunté.
—No ¿Qué cosa? ¿Qué pasó?
—Nada. Por las dudas, no lo hablemos por teléfono. Te paso a buscar esta noche para ir a la sesión del Grupo y te cuento en el camino.
Don Natalio, si este dentista puede ayudar a Samuel a recuperar su pieza perdida, ¿no te podrá ayudar a recuperar tu departamento perdido?
ResponderEliminarSuena lógico, Fernando, y a veces siento que vivimos un poco amontonados en el monoambiente, pero si me voy ahora temo que Samuel no me permita llevarme el afiche de Daniel Amoroso.
EliminarSaludos!