Hoy
me desperté cantando la canción del Tío Mario. Es esa que dice: “Yo tengo un
tío que se llama Mario, es divertido y es veterinario…”. No es un comienzo
digno para un día ordinario; menos para el primer día de un año que, se supone,
debe ser importante. Lo primero que hice fue correr a buscar mi documento. Sí,
efectivamente, tengo 29 años. Entonces, ¿por qué mierda me despierto cantando
esa canción de jardín de infantes? En cualquier otra época de mi vida lo
hubiera dejado pasar, pero ahora siento la necesidad de encontrarle una
explicación a todo lo que se presente como un sinsentido, y el Tío Mario es la
madre de los sinsentidos.
Hablando
de madres, la llamé a mi vieja.
—¿Qué
cosa? —le pregunté— ¿Escuchar mi voz el día de mi cumpleaños?
—No,
bueno, eso también si querés. Lo decía porque me ahorraste la llamada de larga
distancia.
Mi
vieja es una rata.
—Bueno,
decime feliz cumpleaños aunque sea.
—Natalio,
tené paciencia y no seas agresivo. A veces no das tiempo a que la gente te
demuestre afecto.
Le
iba a contestar que me sobraba paciencia, que la prueba estaba en que llevo 29
años esperando una muestra de afecto de su parte, pero ¿qué sentido tenía
ponerme a discutir? Además, yo la había llamado para que me dijera si había en
la familia algún tío que se llamara Mario y fuera veterinario. Fui directo al
grano.
—No
—me dijo—, no hay ninguno. Para que te des una idea, lo más cercano a un
universitario que tenemos en la familia es tu primo Octavio, que se pasó nueve
años yendo todos los días a la facultad de derecho, porque vendía panes
rellenos. ¡Qué cara de boludo que tiene!, ¡pero qué ricos panes!
Mi
vieja es una especie de pecera en la que, sin comerse, conviven una rata y una
serpiente.
Ahora,
volviendo a lo importante, si no tengo un tío que se llame Marío, que sea
divertido y veterinario, ¿por qué mierda me desperté cantando la canción? Estoy
de acuerdo con eso de que la adolescencia se extendió y reconozco que, con 29
años, soy un fiel exponente de ese estiramiento, pero el Tío Mario es una
canción de la infancia. ¿Tendré que interpretarlo como una señal? ¿Será que
para desactivar la crisis de los 30 tengo que hacer un repaso de tooooda mi
vida? Uffff. ¡Qué dolor de huevos! Ahora resulta que no alcanza con haber transitado
una vida intrascendente, sino que además hay que hacer un repaso de algo que ni
siquiera tuvo sentido vivir…
Bueno,
no perdamos la calma. Tranquilo, tranquilo… Hoy es 1 de enero, es feriado, es
mi cumpleaños. Mejor me tomo una cerveza, juego un rato a la Play y empiezo
mañana. Total, todavía me quedan 364 días para desactivar la crisis de los 30.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"Mi vieja es una especie de pecera en la que, sin comerse, conviven una rata y una serpiente."
ResponderEliminarDe Freud en adelante... la mejor definición de "madre" que he leído!! Magistral!! jaja!
Muy bueno Natalio!!
Muchas gracias, pero debo reconocer que el mérito es de mi madre.
Eliminarincreible lo de la rata y la serpiente
ResponderEliminarMuchas gracias, Chino Zorrillo. Sí, para mí también es increíble, pero mi vieja es así.
ResponderEliminarSaludos!
Hacía tiempo que no leía algo divertido y bien escrito. Gracias.
ResponderEliminarGracias a vos, Fernando. Para mí es un honor el que puedas entretenerte con mis desdichas. Saludos!
EliminarDe nada, mi sadismo, he notado, no tiene límites.
ResponderEliminarEl primer día que te leo y me he matado de la risa con lo de la rata y la serpiente dentro la pecera, mi madre es malévola en su pequeñez, creo que te comprendo en ese punto.
ResponderEliminarAh ya me dieron ganas de hacer un blog como el tuyo a pesar que tengo menos años hechados a perder, siento que la universidad le lleva a uno a una duda existencial :L
Muchas gracias, Mawar, por la comprensión. Adelante con el blog y con la duda existencial. Cómo dijo el filósofo: "dudo, luego existo".
EliminarSaludos!