Hoy me desperté cantando “Aserejé”, de Las Ketchup. Llegó el día nomás. Esta noche tengo la segunda sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. ¡Voy a verla a Vicky! Lamentablemente, no pude prepararme como quería. Me había propuesto comprar buena pilcha, hacerme un buen corte de pelo y atenuar un poco la curva desproporcionada que dibuja mi cuerpo en la zona de las nalgas. Sin embargo, una semana después tengo la misma ropa, el mismo culo gordo y encima estoy pelado. Parezco… parezco…
Anoche tuve un sueño de lo más extraño. Yo era un bolo de bowling, el de adelante del todo, y sin poder moverme veía cómo una bola gigante, de esas que tienen los tres agujeritos, se acercaba a toda velocidad para derribarme. La mía era una causa perdida. No podría esquivarla, me iba a golpear de todas formas, pero al menos quería saber si estaba solo en la pista o si detrás de mí había otros bolos como yo. Por alguna razón, me desesperaba la posibilidad de ser la única víctima. ¿Estaba solo o no? No podía comprobarlo porque me era imposible darme vuelta. Justo cuando la bola iba a golpearme, me desperté empapado en sudor y cantando “Mira lo que se avecina…”
De inmediato lo llamé a mi terapeuta amigo. Necesitaba que alguien me diera una interpretación del sueño, pero me dio directo el contestador. Le dije que estaba ante una urgencia, que algo grande estaba a punto de golpearme y que me sentía solo ante la fatalidad de un destino inevitable. Sí, puede que haya dramatizado un poco, pero que se joda por tener apagado el teléfono. Como no me llamó, tuve que recurrir a la única persona que podía ayudarme en esa situación: el encargado de mi edificio. De él, no esperes que te hable ni que te ayude a subir una escaladora siete pisos por escalera ni que te solucione algún problema eléctrico, pero si necesitás que alguien interprete tus sueños, golpeale la puerta con una docena de facturas y, entre mate y mate, seguramente resolverá el misterio.
Para comprar las facturas tenía que salir a la calle. Si salía a la calle, corría el riesgo de cruzarme con el gigante musculoso. Para colmo, no quería ir a la panadería de siempre por miedo a que fuera cierto que, tal como me habían dicho en la cadena de gimnasios, les debía 30 pesos. Hay situaciones que exigen que un hombre sea valiente y se ponga en peligro, pero, pensándolo bien, también existe internet y existen los delivery. Busqué en Google panaderías que estuvieran cerca de mi casa e hicieran envíos a domicilio, encargué una docena de bolas de fraile rellenas con dulce de leche (según el encargado eran esas facturas, y no otras, las que lo dotaban de poderes oraculares) y, ni bien las trajeron, fui a golpearle la puerta.
—No me digas nada —me dijo—, soñaste feo.
Le respondí que sí, le conté el sueño, me miró de arriba abajo y se rió a carcajadas.
—Jaja. Es cierto. Con el culo gordo y la cabeza rapada pareces un palo de bowling.
Lo miré con desprecio y amenacé con llevarme las facturas. Entonces se puso serio.
—La bola —me dijo, con la mitad de la cuarta factura dentro de la boca— representa el tiempo, y cada uno de los tres agujeros corresponde a una década de tu vida. La bola es la crisis que se acerca rodando a toda velocidad. Sentís que no podés esquivarla y tenés la necesidad de saber si estás solo en esto o si va a haber quienes te acompañen.
El encargado era un tipo jodido, pero era un hombre sabio, y como lo noté bien predispuesto le hablé acerca de Vicky y le pedí consejo.
—Para la pelada —me dijo, engullendo la novena factura— comprate un sombrero cojonudo, y para el culo, justamente me están trayendo de la triple frontera unas zapatillas como las que promociona esa Jessica Cirio, viste, que con solamente caminar te hacen adelgazar esa zona. ¿Cuánto calzás?
—Calzo 42 —le respondí—, pero ¿esas no son para minas?
—No, son unisex amigo. Las promocionan para las minas porque no hay muchos hombres propensos a engordar la parte del culo, pero te van a servir. Llevalas. Después me pagás.
Compré las zapatillas y, en un acto de prudencia, las pagué en el momento. Prefería no tener deudas con ese sujeto. Me las puse en seguida y, para probarlas, me fui caminando a comprar un sombrero para usar esta noche en la sesión del grupo. Afortunadamente, no me crucé con el gigante musculoso y hasta sentí (tal vez esté un poco sugestionado) que a cada paso mis glúteos iban quemando grasas. Lo único que me preocupa es que a medida que vaya adelgazando mi culo vaya tomando la forma de un culo femenino… ¡Mirá si me sale el culo de la Jessica Cirio! Pero tranquilo, tranquilo Natalio, vayamos resolviendo un problema a la vez…
Me puse al día, no habia podido leerte desde el sábado!!! SIMPLEMENTE GENIAL!
ResponderEliminarMuchas gracias, Laura. Entiendo que te parezca genial el hecho de no haberme leído desde el sábado. Valoro tu sinceridad. Saludos!
EliminarTe hago una pregunta. ¿Vos sos la Laura que estaba en el mostrador del local de ropa de la vendedora masca chicle? Saludos!
EliminarMuy bueno! Por alguna extraña razón, creo conocer a Natalio. Muy bueno! Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana. Tal vez nos vimos alguna vez en el gimnasio, aunque no creo, porque nunca me dejaron entrar. Saludos!
EliminarVamos por partes: me encantó lo que escribiste, estimado Natalio. Lo suyo es muy profundo cuan veta madre. A continuación, me permito un meta-análisis de lo redactado por Ud.: Su sueño sobre el bolo y la bola (de Bowling, claro está) amerita una segunda opinión profesional en la interpretación. No por descalificar a su terapeuta de urgencia pero su preferencia por las "únicas facturas" -es decir, las bolas de fraile rellenas con dulce de leche- y el efecto que le aporta sobre sus poderes oraculares me inducen a sostener que pueden ocasionar en Ud. daños colaterales y no tanto. Por otra parte, no creo entender que la bola sea una crisis que se acerca (mucho antes del 1/1/2014, Natalio, pues su vida comenzó en su concepción en el seno materno. Es decir, meses antes. Mami puede asesorar acerca de la exactitud de dicha fecha; Papi también). Me inclino a pensar que Ud. padece de un severo trastorno ano-visual que requiere mucho más que comprarse las zapatillas de J. Cirio; lo cual lleva a la conclusión de una eventual recaída en torno a otro: trastorno ó desorden consumidor-compulsivo, muy propio de esta era de la globalización y post-post moderna. Temo decirle que poderes oraculares de su estimado encargado no pueden deslindar lo uno de lo otro. Finalmente, le dejo una reflexión: PARE LA BOLA, BOLO!
ResponderEliminarDe nada, hoy la consulta fue gratis. Otro día, vemos... (advierto que mi preferencia va por las tortitas negras, por si se le ocurre recompensarme con facturas)
Un humilde lector y servidor.
Muchas gracias, Hugo, por las sugerencias. Lamentablemente, ciertos problemas de atención que me acompañan desde muy pequeño me impiden lograr una cabal comprensión de tus palabras. Pero no te preocupes, porque ya me imprimí una copia para llevársela al encargado de mi edificio. Él me ayuda con la interpretación de textos por la módica suma de tres bolas de fraile por página. Saludos!
Eliminarporque soy la unica guanaca que no puede comentar aca
ResponderEliminar¿Hay guanacos comentando? Esto crece día a día!!! Saludos!
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