Hoy
me desperté cantando en un idioma extraño. No sé si era ruso o japonés… No
domino mucho el tema de las lenguas. Por la melodía y porque sin proponérmelo
cantaba frunciendo el entrecejo, me pareció una canción de protesta, pero esto
puede también deberse a la naturaleza del idioma. Quise transcribir frases
textuales para ver si la encontraba en Google. No tuve suerte.
Anoche,
como había anticipado, fui a mi primera sesión de la terapia grupal que me
recomendó mi terapeuta amigo. Entré al lugar: una casa antigua con techos muy
altos y muchas habitaciones, en una de las cuales, sentados en ronda sobre un
escenario, me estaban esperando mis nuevos contertulios. Ocupé la silla libre y
el que hacía las veces de moderador me pidió que me presentara. Nunca había
vivido una experiencia similar, pero había visto la misma escena en infinidad
de películas.
—Mi
nombre es Natalio Gris —dije e hice una pausa esperando a que, hablando a coro,
todos los presentes me respondieran: “Hola Natalio Gris”. Contrario a lo que
esperaba, permanecieron en silencio. Me sentí un pelotudo y tuve la convicción
de que había dado con el lugar adecuado. Como Alejandro Lerner, volví a
empezar.
—Mi
nombre es Natalio Gris y fui el primer nacimiento del año ´84 sobre suelo
argentino. Dentro de 356 días voy a cumplir los 30 y sé que si no hago algo
importante antes de que eso ocurra, voy a caer en una crisis difícil de
superar.
—¡Eeeh!
—grito uno y saltó de su silla—. ¡Eso no califica como problema pelotudo!
—Ni
siquiera cuenta como problema —agregó desde su asiento una mujer que tenía
puestos dos guantes de cocina.
Otra
vez, me sentí un pelotudo y tuve la convicción de que había caído en el lugar
equivocado.
—Bueno,
tranquilos —dijo el moderador, calmando un poco las aguas—. Tengan en cuenta
que es el primer día de Natalio y todavía desconoce el funcionamiento del
grupo. Natalio —ahora me miraba a mí—, este es el Grupo de Ayuda para Gente con
Problemas Pelotudos. La idea de fondo consiste en identificar problemas banales
y enfrentarlos de forma analítica para, durante el proceso, detectar
estrategias generales que nos sirvan a la hora de confrontar con problemas más
significativos. La idea consiste en aprender a lidiar con los problemas.
A
decir verdad, no entendí una mierda, porque, más que la explicación, me
preocupaba la loca de los guantes de cocina. El moderador seguía hablándome.
—Te
presento a los miembros del grupo. Él es Samuel. En realidad, se llama Pablo,
pero decidimos cambiarle el nombre porque hace siete años que no pronuncia la
letra “P”. Para él estamos en la Reunión que Ayuda a Gente con Inconvenientes
Absurdos. Ella es Vicky y no puede dejar de comerse las uñas. Por eso los
guantes. La de al lado de Vicky es Patricia. Salvo Samuel, que le dice
Gallareta, todos le decimos Pato. Su problema pelotudo consiste en que no logra
hacerle el nudo a las bolsas de residuos. Él es Julio y no sabe comer con
palitos chinos (“varitas chinas” para Samuel). Y el de al lado tuyo es Hernán,
que desde el año ´98 no encuentra el control remoto. Ahora decime vos. ¿Sentís
que tenés algún problema pelotudo?
—Eh…
mmm… No. No sé —le respondí.
—¿Cómo
te llamás? ¿Natalio qué? —me preguntó de golpe.
—No,
Natalio solo. Todos mis hermanos tienen dos nombres. De los nueve, yo soy el
único que tiene uno solo.
—¡Nueve
hermanos!
—Sí
—le respondí—, parece que mis viejos tampoco encontraban el control remoto. Yo
soy el del medio. El más grande es Hugo Adán, después vienen Teresa Olga, Luis
Antonio, María Claudia, yo, Natalio a secas, Sonia Isabel, Carlos Salvador, Susana
Elena y el más chico es Mario Claudio.
—Perfecto
—dijo el moderador—. Ese va a ser tu problema pelotudo: que tenés un solo
nombre. Ahora te invito a que te quedes a observar cómo trabajamos. La semana
que viene nos vamos a ocupar de tu problema. Como tarea para el miércoles que
viene te pido que pienses si sentís que el que te falta es el primer nombre o si
crees que en realidad te falta el segundo.
Así
fue mi primer día en el Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos.
Parecen un poco lunáticos, pero es entretenido. Además, la loca de los guantes de
cocina no me sacaba la vista de encima. Me miraba todo el tiempo, sobre todo las
manos. Mi abuela siempre dice que tengo manos lindas. Creo que le gusté. Sí, definitivamente, voy a volver el miércoles que
viene.
Respecto
a la canción que desperté cantando, tal vez no fuera ni ruso ni japonés. Tal
vez era una de Horacio Guarany muy pasado de vino. Voy a buscarla en internet. Ya
tengo ocupación para el resto del día.
Buenísimo NAtalio!!!!!!!!!!!!! Quiero el próximo día ya!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Anónimo. Mañana será otro día.
ResponderEliminarNatalio, me encanta! (!!!! -no alcanza un solo signo-). Estoy sentada en mi balcon a la sombra de un inmenso tilo, con una brisa fresca que contrarresta el calor intenso que denota el canto de las chicharras, notebook en mano, leyendo tus historias. Que buen momento!
ResponderEliminarCon respecto al nombre, creo que el hecho de ser justo el "del medio" de 9 hermanos, y ser el unico con un solo nombre, demuestra que te llevas la originalidad. Natalio a secas, tiene personalidad!
ResponderEliminarMuchas gracias, Sole, por los comentarios. Ojalá algún día pueda ver con el mismo optimismo el asunto de mi nombre. Saludos!(!!!!)
EliminarNatalio: Te dejo una frase de una canción de Yes para tu ayuda: "If the summer change to winter, yours is not disgrace" (si el verano cambia a invierno, lo tuyo no es desgracia). Si la googleas, verás que dura más de nueve minutos. That´s All, Folks!
ResponderEliminarMuchas gracias, Hugo, por la recomendación y, sobre todo, por la traducción de la frase. El inglés no es lo mío. Habría que preguntarles qué pasa cuando el verano cambia a otoño. Saludos!
ResponderEliminarFinalmente encontre como comenzaste en el grupo jiijiji
ResponderEliminarSí, Fam. En ese momento parecía una terapia de lo más cándida. Nunca imaginé que iba a esconder un misterio tan grande.
EliminarSaludos!